Es usual que los sitios de noticias en Estados Unidos se conviertan en una serie de “verticales” de temas como tecnología, política, espectáculos, deportes y similares.
Algo parecido ocurre en Guatemala, pero en Plaza Pública esos temas son más inusuales: equidad, medio ambiente, cohesión social, diversidad intercultural y combate a la corrupción.
“Son temas que no estaban en la agenda noticiosa porque los medios tradicionales tenían miedo de que los empresarios retiraran la pauta publicitaria”, me dijo Martín Rodríguez Pellecer, el director del sitio. “Parte de nuestro mandato es fiscalizar al sector privado”.
Plaza Pública sobresale por otras razones más. Es un medio digital que se resiste a operar a ritmo del maníaco ciclo noticioso de 24 horas y, además, se financia mayoritariamente con fondos de una universidad privada, pero busca una audiencia nacional.
El nombre y el concepto del sitio se inspiraron en Jürgen Habermas y su idea de esfera pública, ese espacio donde los ciudadanos se reúnen para discutir temas de relevancia pública. Plaza Pública quiere ser el lugar donde no sólo ocurran esas discusiones (el sitio tiene 80 blogs) sino también donde sean provocadas por las noticias que producen.
En enero, por ejemplo, el sitio publicó una investigación que denunció la contratación de menores de edad en fincas azucareras propiedad del presidente de la influyente Cámara del Agro. “En Guatemala, como en muchos otros países de América Latina, las organizaciones periodísticas restringían el ámbito de lo público a los ministros y diputados, cuando el interés público va mucho más allá”, aseveró Rodríguez Pellecer. “También incluye las relaciones entre los empresarios y las políticas públicas, los medios de comunicación y los políticos, y los temas sociales incómodos”.
Rodríguez Pellecer asegura que los medios tradicionales han ignorado esos vínculos y la dinámica de esas relaciones. Así que cuando se trata de cobertura política, Plaza Pública no se limita a informar sobre cómo un congresista vota. El sitio también produce visualizaciones de datos con el propósito de ayudar a identificar patrones de votación entre líderes, partidos y cierto temas.
El periodismo de datos representa una parte importante de lo que Plaza Pública hace, aunque sus editores prefieren llamarlo “periodismo de profundidad”. Ellos tienen una razón para marcar esa distinción: “En los últimos 20 años en Guatemala, la palabra ‘investigativo’ se ha prostituido un poco y cualquier sensacionalismo se considera periodismo investigativo. Nosotros tratamos de hacer un periodismo más sosegado”, explicó Rodríguez Pellecer.
Su equipo está conformado por 15 periodistas, programadores, diseñadores y fotoreporteros. “Todos hemos trabajado en medios tradicionales, pero nos cansamos de no poder hacer el periodismo que queríamos”, me contó el editor, quien trabajó siete años como reportero para Prensa Libre, el periódico conservador más influyente de Guatemala. La sala de redacción de Plaza Pública también recibe ayuda de 10 estudiantes de diferentes universidades y en disciplinas que incluyen desde Arqueología hasta Ciencias Políticas y Periodismo.
Dos terceras partes de los $300.000 de presupuesto anual de Plaza Pública provienen de la Universidad Rafael Landívar, un centro de estudios privado administrado por la “Compañía de Jesús”, una orden religiosa perteneciente a la Iglesia Católica. Ese modelo de financiamiento plantea dudas sobre la independencia editorial del sitio: ¿Cómo una organización noticiosa promete autonomía cuando su principal financista es una institución con posiciones muy claras en temas muy polémicos?
“Desde el principio tenemos claro que no vamos a fiscalizar ni a la Universidad ni a la ‘Compañía de Jesús’ ni al Papa”, aclaró Rodríguez Pellecer. “Eso no implica que no seamos críticos de posiciones de la Conferencia Episcopal sobre temas de sexo, que hagamos temas sobre los derechos de la unidad gay, por ejemplo”. A cambio, la universidad no se involucra en el proceso editorial: “Nosotros escogemos los temas que cubrimos”, dice el editor. Sin embargo, la institución sí tiene un espacio en el Consejo Editorial. “Cuando hay diferencias de criterio, siempre se discuten a posteriori no antes de que se publique un artículo. Apreciamos mucho la libertad editorial que nos dan”.
Plaza Pública, que registra 65.000 visitas mensuales, se modeló a partir de proyectos como News21 en Arizona State University, y The Bureau of Investigative Journalism en City University London, salas de redacción basadas en campus universitarios y con acceso a recursos de esos centros educativos.
Como News21 y TBIJ, Plaza Pública es una organización sin fines de lucro. Debido a que en Guatemala las universidades están exentas de pagar impuestos, el sitio no puede vender publicidad pero la meta es eventualmente -al menos dentro de tres años- operar dentro de un marco legal que les permita vender anuncios y hasta datos. “También queremos vender servicios relacionados con las bases de datos que estamos construyendo”, me contó Martín.
El reto es grande. Rodríguez Pellecer reconoce que es casi imposible para un sitio web de noticias operar sólo con el dinero que ingresa por publicidad. Incluso proyectos exitosos como El Faro en El Salvador y La Silla Vacía en Colombia han tratado de diversificar sus fuentes de ingreso. Plaza Pública ya descartó cobrar por el contenido, pero está evaluando otras formas de abrir nuevos canales de financiamiento. (También recibe donaciones de grupos como Open Society Foundations y la fundación Friederich Ebert Stiftung).
“Creemos que los ciudadanos también deberían aportar de manera voluntaria si quieren disfrutar de un periodismo que vele por sus intereses”, concluyó Rodríguez Pellecer.
Fotografía del Palacio de los Capitanes Generales en Antigua, Guatemala, por Ray Metzen utilizada bajo una licencia Creative Commons.